Son el broche gastronómico que pone fin a la Navidad. Los roscones de Reyes no pueden faltar en el día más mágico del año junto con un buen chocolate caliente y en compañía de familiares y amigos. Grandes, medianos o pequeños, clásicos o con nata montada y trufa, con fruta escarchada, crema o cabello de ángel… hay un sinfín de variedades e innovaciones de este bollo navideño, igual que hay en Madrid una cantidad innumerable de pastelerías donde encontrar estas peculiares obras de arte. Todo es cuestión de gustos y es imposible desvelar cuáles son las mejores, pero valgan estos doce ejemplos para disfrutar de roscones dignos de reyes.
1Antigua Pastelería del Pozo
Una pastelería con encanto que mantiene casi la misma decoración que en su inauguración, allá por 1830. Durante todo este tiempo sus maestros artesanos no han dejado de elaborar sus famosos bartolillos, roscón, torrijas, bollos, pastas y pasteles rusos, que hacen las delicias de todos los que pasan por el local. Su hojaldre es calificado por muchos como el mejor de la capital, al igual que su roscón artesano, esponjoso y aromático, que se convierte en su mayor reclamo durante las fiestas navideñas, aunque puede adquirirse también fuera de ellas. “¿Por qué disfrutar de algo tan delicioso un día si lo puedes hacer los 365 del año?“, dicen los responsables de este negocio.
2Horno de San Onofre
Un clásico madrileño de la pastelería y la repostería es el Horno de San Onofre. El original inició su andadura en 1972 en la calle del mismo nombre, pero tal ha sido su éxito que el negocio se ha expandido en otros cinco locales repartidos por la ciudad. Su oferta es inmensa, para no perder detalle: tartas, pasteles, hojaldres, bizcochos, cruasanes, saladitos, bombones… y, por supuesto, roscones. El secreto de su éxito radica en mantenerse fieles a la receta tradicional, adaptándose a los nuevos tiempos con rellenos de nata, crema tostada, trufa, avellanas, cabello de ángel o frambuesa.
3La Marina
Sus roscones son un clásico para los vecinos del barrio de Argüelles, que cada año aguardan largas colas para disfrutar del que, con el paso del tiempo, se ha convertido en el buque insignia de Pastelería La Marina. Materia prima de calidad, masa fina y sobria decoración, con azúcar y almendra como único adorno, son las notas que caracterizan a los roscones de este obrador familiar, fundado en 1933 y regentado actualmente por la tercera generación. Merece la pena también probar sus cruasanes, palmeras y milhojas.
4Nunos
Una pastelería donde tradición e innovación van de la mano. Con el chocolate como principal protagonista, las tartas, turrones, bombones, bollería y todo tipo de dulces se muestran en las vitrinas del espacioso local que tienen junto al parque del Retiro. Detrás de tantas delicias para golosos se encuentra José Fernández-Ramos, propietario y maestro pastelero, que cada año consigue sorprender con las originales propuestas de cubiertas y rellenos de sus innovadoras colecciones de roscones: de crema de chocolate y mini galletas, de chocolate negro o blanco con mousse, roscones invertidos con relleno… Junto a estas ediciones de venta limitada exclusivamente en Navidad, Nunos comercializa también el clásico roscón tradicional a lo largo de todo el año.
5La Mallorquina
Siempre llena de gente, La Mallorquina ocupa una ubicación privilegiada en plena Puerta del Sol desde su creación, allá por 1894. Pocos se resisten a las napolitanas -de chocolate, crema o jamón y queso-, a las palmeras y a las trufas que se venden en la pastelería de la planta baja. Mención aparte merecen sus roscones artesanos, tiernos y jugosos, disponibles en dos versiones: clásico, decorado con azúcar y fruta escarchada, o con relleno de nata o trufa. Quienes además quieran disfrutar de un dulce acompañado de una bebida caliente tienen posibilidad de hacerlo en la planta superior, donde encontramos una cafetería con magníficas vistas a la céntrica plaza madrileña.